UNAS PALABRAS SOBRE LAS NUEVAS CONSTELACIONES FAMILIARES

Las Constelaciones son una herramienta fenomenológica (vivencial) que tiene su base en la Psicología Sistémica. Según la Psicología Sistémica, el individuo es concebido no como una persona aislada, sino como perteneciente a un grupo. En Constelaciones Familiares, hablamos de sistema familiar.

Su creador fue el filósofo y psicoanalista alemán Bert Hellinger, a quien podemos agradecer la transmisión de un inmenso legado para la liberación del sufrimiento.

Las constelaciones son un servicio a la Vida, a nuestra vida tal y como es.

Somos el resultado del viaje de nuestros ancestros. A través de ellos nos llega la vida, los dones y el amor. Si miramos con gratitud todo lo que ellos vivieron, incluyendo las tragedias y desgracias, podremos comprender que todo fue necesario. Todo sucedió por amor. Somos en nuestras células su continuación.

Pero a menudo vivimos atados por hilos invisibles a nuestro pasado familiar, incapaces de tomar las riendas de nuestra propia vida, limitados por fidelidades inconscientes que se traducen en patrones repetitivos, sentimiento de culpabilidad, malestares crónicos o una enfermedad. Así nos alejamos lentamente de la posibilidad de nuestra máxima plenitud y realización.

Las constelaciones nos permiten descubrir la realidad oculta, a menudo inconsciente, que dirige nuestras decisiones, nuestras emociones, nuestros actos, en definitiva nuestro destino. Siempre nos ayudan a estar más vivos, a permanecer en la fuerza y en el compromiso de nuestro adulto.

DE UNA TERAPIA, A UNA FILOSOFÍA DE VIDA. BASES FUNDAMENTALES

Bert Hellinger, gracias a su dedicación absoluta y su entrega a la investigación y la observación desde un enfoque fenomenológico, logró poco a poco ir convirtiendo lo que en principio comenzó siendo una terapia, en toda una filosofía de vida.

Las constelaciones nos acercan al misterio de la vida y al sentido de nuestra existencia. Nos sintonizan con el asentimiento y la rendición a todo como es y al mundo tal y como es, por eso exigen un compromiso de crecimiento y evolución muy grandes, pues solamente podemos rendirnos incondicionalmente a la realidad con gran humildad.

Las bases de las Constelaciones son:

  • La persona pertenece a un sistema familiar, con el que por amor existen vínculos inconscientes muy poderosos (fidelidades) que orientarán el curso de su destino y de las generaciones futuras.
  • En el sistema familiar operan unas leyes (fuerzas del amor) que cuando son transgredidas, generan síntomas de toda índole en los descendientes: enfermedades, pérdidas económicas, accidentes, problemas laborales, etc. Son las señales del sistema familiar para que alguien desde su fuerza adulta consiga restablecer el equilibrio y el flujo del amor.
  • Las fuerzas del amor son:
    • Todos pertenecen por igual, haya pasado lo que haya pasado, con independencia de sus actos o de su edad. El ignorado o excluido necesitará de la honra, gratitud y amor de los vivos para poder descansar en paz.
    • Los nuevos y más jóvenes deben respetar y honrar a los anteriores, pues de ellos les llega la vida.
    • La energía se compensa o equilibra con su opuesto, y de esta fusión nace la fuerza de la reconciliación y sanación.
  • Detrás de toda dificultad o trauma, se revela un torrente de sanación y de fuerza para la persona. En el problema, está la solución.
  • Toda solución aparentemente individual es siempre una solución buena para todos, pues todos estamos interconectados y vinculados.

Antes de constelar…

Caminando nuestras vidas, algunos hemos podido intuir el misterio y la grandeza de nuestra existencia. Somos movimiento y devenir, en constante evolución. Cuanto más fuertemente nos resistimos al siguiente paso, más dolor acarreamos. Cuanto más nos empeñamos en eliminar algo, más fuerza cobra eso que queremos aniquilar. Cuanto más tememos algo, más atraemos ese temor. La profecía parece que se cumple.

El gran motor de la transformación de nuestras vidas es el asentimiento a todo como es, a todos como son, a mí tal y como soy ahora, hoy.

Tomamos nuestra vida y nuestro proceso de evolución con veneración y humildad, con gratitud y con dignidad, pues todos estamos juntos al servicio de la vida.

¿Qué se puede constelar?

Nuestra vida se despliega en múltiples áreas y facetas. Podemos observar que a menudo la energía queda bloqueada en un punto y después afecta a otra área, y así sucesivamente, pues todo forma parte de lo mismo. Asimismo, cuando se libera una parte primordial de nuestra vida, el resto empieza a soltarse y sanarse.

Podemos preguntarnos: ¿qué es lo esencial para mí en este momento? ¿Existe un patrón de repetición en mis pensamientos, emociones, actitudes, decisiones? ¿Ha ocurrido algún suceso que me resulte difícil integrar? ¿Percibo una fuerte dificultad reiterativa en algún campo en particular?

Los campos esenciales de nuestras vidas son los siguientes:

  • la salud física y psíquica
  • el trabajo
  • la realización profesional
  • la economía
  • el amor y la familia

Pueden constelarse muchos temas cruciales, siendo algunos ejemplos los siguientes:

  • Enfermedad, un síntoma, accidente grave, pesadillas, bloqueos emocionales o transtornos mentales.
  • Dificultad para encontrar trabajo, problemas laborales, proyectos profesionales.
  • Dificultades económicas, deudas, herencias.
  • Soltería, dificultad de relación en la pareja o con algún miembro de la familia.
  • Problemas de los hijos.

No se trata de interpretar desde la mente racional por qué me pasa esto o de indagar en el pasado familiar hasta dar con la clave. Se trata de identificar dónde está mi limitación, dónde está mi sufrimiento…

La actitud interna

La persona que se abre a realizar una constelación, debe estar dispuesta a iniciar un cambio profundo en su mirada hacia la vida, quizás un cambio transcendental que perdure para siempre. Y sabemos que las transformaciones profundas requieren tiempo.

Una constelación no es la solución mágica y milagrosa a todos mis problemas. El constelador no es un chamán ni un sanador. Sólo se pone al servicio de tu sistema familiar y de tu destino, permitiendo así que otras fuerzas actúen a favor de la unión y la reconciliación, hacia más vida y más amor.

El principal requisito para constelar es estar dispuesto a asentir incondicionalmente a lo que nos toca vivir y por tanto permanecer en el adulto interior en nuestra vida cotidiana, responsabilizándonos de nuestros pensamientos, emociones y acciones.

En resumen, asumiendo cada paso y eligiendo siempre el momento presente.

Solamente desde nuestro estado adulto, abierto, con mirada reconciliadora, somos capaces de despedirnos del pasado, asumir lo difícil y duro, devolver algo que no nos corresponde, honrar y agradecer a los anteriores, incluir en nuestro corazón a un excluido, etc.

Desarrollo del taller

Nos reunimos en sintonía con la vida, entregados a algo más grande que nos guía, en un espacio de profundo respeto, con humildad y recogimiento.

Renunciamos de antemano a las explicaciones teóricas o a entender cada detalle de la representación, pues confiamos en el campo y sus señales, y sabemos que sólo así la imagen perdura, actúa y cobra fuerza. Más adelante con el tiempo llegará la transformación.

La constelación no es un psicodrama ni un teatro, no hay que representar nada. Se podría decir que se trata de dejar que nuestro cuerpo sea movido muy lentamente y en silencio, como si fuera una meditación activa.

La persona que acude a constelar, expone en tres frases como máximo su tema. El constelador testa cómo elaborar la constelación y a qué representantes sacar. Todo el proceso transcurre en silencio y sin intervenciones. El constelador sentirá cuándo es el momento de que el cliente pronuncie determinadas afirmaciones o frases que pueden ayudar a liberar o incluir, a sanar.

Sabemos que la calidad de la constelación depende en gran medida de la calidad de la representación. Cuanto más centrados y recogidos se encuentren los representantes, cuanto más se olviden de su propio caso personal, y más se entreguen a todo como es, más energía de sanación se dará. Es importante recordar que el representante no tiene nada que ver con lo que va a representar, simplemente se convierte en un canal.

Todos los participantes quedan así tomados desde el centro vacío al servicio del sistema familiar y del destino de la persona que se constela, dejándose actuar por el campo.

Podemos describir una constelación como un movimiento energético, que tiene una representación en un espacio físico y en un tiempo limitado, pero que luego no concluye, sigue actuando como imagen indeleble en nuestra vida.

¿Qué es ser representante?

Ser representante es ponerse totalmente al servicio del sistema familiar y de la vida de la persona que constela su tema. El representante se entrega en silencio y muy centrado a su movimiento, sin mente ni emoción, solamente guiado por la energía.

En ocasiones, será el constelado quien elija a un participante para representar algo y otras veces ocurrirá que los asistentes, sentados en sus sillas, sentirán profundamente a través de las sensaciones corporales, que necesitan levantarse, pues han sido tomados por la constelación. Un picor, unas mariposas en el estómago, una tos, una cierta inquietud, etc. serán indicadores de que forman parte de la constelación.

El representante no tiene por qué conocer a la persona, es la resonancia entre ambos la que va a mover la representación. El gran trabajo interno del representante es olvidarse por completo de su propia vida y renunciar a saber algo más. Cuanto más se vacíe de todas estas impresiones, más energía de sanación y reconciliación alcanzará al constelado y a todo el grupo.

El buen representante se caracteriza por movimientos lentos, desprovistos de emociones y de dramatismos. Las emociones las expresa con profundidad, pero sin afectación o intención, sin dejarse avasallar. Al finalizar la constelación, regresa a su lugar con calma y a los pocos minutos vuelve a ser él mismo con naturalidad.

Desde su centramiento, comparte en pocas palabras aquella información que resulte útil y dé fuerza al cliente. Solamente aquello que permita una nueva toma de conciencia, solamente lo necesario.

Si algo permanece en el representante después de la constelación, es señal de que algo interno propio, que pertenece a su vida, se ha activado, por tanto necesita ser visto e incluido con amor. Es un regalo que llega a través de la representación centrada.

¿Qué hacer después de una Constelación Familiar?

Es importante saber que el movimiento de la constelación no se agota ni se acaba, sigue actuando más allá de la representación. Puede que en los días, semanas, meses o incluso años después de la constelación, sigas procesando información relevante para tu evolución. Todo sucederá de una forma muy natural, en sintonía con lo recibido. En este tiempo se irán creando los cambios sistémicos y energéticos en ti y en tu entorno más próximo.

Algunas personas, los días posteriores al taller suelen sentirse especialmente cansadas, con dolores físicos, con síntomas como el resfriado, un leve catarro o una gripe. Es buena señal, tu organismo está “resolviendo” lo anterior e integrando y abriéndose a lo nuevo. Date tu tiempo y cuídate especialmente, desde la confianza de que todo está en su justo lugar.

Aprovecha para profundizar en las afirmaciones o frases que dieron fuerza a tu constelación: “me despido del pasado”, “os llevo en mi corazón”, “renuncio a la expiación”, “me permito ser como soy”, “elijo la vida”…

Y por encima de todo, cultiva tu estado adulto y centrado, conectado al momento presente.

La vida y tu sistema familiar se encargarán de indicarte cuándo es el momento de volver a constelar. No tengas prisa. Confía en tu proceso.