HACIA LA PERCEPCIÓN CONSCIENTE DEL CUERPO
“El cuerpo tiene sus razones”. Éste es el título del maravilloso libro de Thérèse Bertherat, que hace años me cautivó para siempre, por su visión integral del ser humano y especialmente por su enfoque psico-corporal. Si tomamos en cuenta que cuerpo y mente son indisolubles, constituyen una unidad, comprenderemos que todas nuestras vivencias y experiencias quedan grabadas como “huellas” o “improntas” en nuestro cuerpo. Cualquier practicante de Yoga con cierta experiencia, sabe que la mirada hacia su propio cuerpo, incrementa y expande la conciencia que tiene de sí mismo, y aparecen en él nuevas comprensiones acerca de las zonas en tensión, la liberación de patrones de movimiento y bloqueos que hasta el momento eran inconscientes.
Comenzamos habitualmente nuestras clases de Yoga tumbados en relajación y realizamos una serie de ejercicios de movilización articulatoria, de respiración, ejercicios de concentración, de contenido energético, etc. Ese tiempo previo de escucha y sensibilidad, de profundo silencio con uno mismo, nos predispone positivamente para la práctica posterior, más dinámica. Es un modo sutil de decirle al cuerpo y a nuestra atención que se preparen y conduzcan su energía sabiamente hacia el momento presente.
Muchos alumnos se sorprenden de esta primera toma de contacto con ojos cerrados, es por ello que a continuación voy a describir algunas de las claves de este trabajo en la primera parte de la sesión:
- El movimiento es vida y se expresa en las articulaciones. Éstas son la expresión de toda experiencia vital e inherente al ser humano. La quietud acompañada de tensión sólo conduce a la parálisis y el dolor.
- El exceso de tensión tiene su origen tanto en cuestiones mecánicas como psicológicas. Ambas se entrelazan formando una trama que tiende a la repetición, si el conflicto psicológico inicial no es atendido.
- La exploración consciente del cuerpo, nos permite conectar con nuestras posibilidades, y a la vez reconocer nuestros límites. Dentro de nuestros límites, sentimos que hay movilidad y proyección de fuerza, y partir de ahí, nos permitimos avanzar, en un contexto de seguridad y confianza.
- Lo más visible en el cuerpo humano son las partes externas, como la piel, las fascias o los músculos. El verdadero secreto del trabajo corporal comienza desde las capas más profundas e internas, es decir, desde la musculatura profunda, responsable de la estabilización de nuestras articulaciones. El trabajo consciente de apreciación de los cambios en esta musculatura profunda, genera una sensación de plenitud y liberación interior.
- Nuestra realidad física es el reflejo de nuestra realidad psíquica. La respuesta emocional que damos ante un acontecimiento externo, muchas veces se transforma en una actitud o comportamiento adquirido. Este comportamiento se expresa por mediación del sistema músculo-esquelético. Esto significa que en un determinado estado emocional, se puede ver la proyección de los desequilibrios estructurales del cuerpo.
Comencemos por algunas exploraciones básicas sobre el hueso sacro. Sacrum (hueso sagrado), así llamado porque sus vértebras están fusionadas completamente entre sí, por lo tanto, constituye un buen asiento para la columna vertebral. Sobre él descansa todo su peso. El sacro es uno de los huesos que conforman la pelvis. Es necesario dejarlo libre, movilizarlo y no comprimirlo. Si la articulación lumbosacra está en condiciones, mantiene el equilibrio de la parte superior del cuerpo. Constituye el centro de gravedad.
Según la tradición hindú, es el albergue de la energía Kundalini, que desde su origen en el cóxis, atraviesa en su ascenso los dos primeros chakras, muladhara y swadishtana. Enraizamiento, conexión a Tierra, instinto, supervivencia, demarcación de territorio, sexualidad, fertilidad, creación de vida, y en definitiva, creatividad, son algunas de las afinidades psicológicas que trae asociadas el hueso sacro y sus alrededores.
Proponemos los siguientes ejercicios para tomar conciencia de su peso, el espacio que ocupa en la base del tronco y también la movilidad de la pelvis.
Ejercicio 1:
Nos tumbamos en el suelo y flexionamos las piernas, de modo que los pies queden separados la anchura de nuestras caderas. Colocamos un soporte debajo del sacro.
A continuación, con los ojos cerrados, sentimos cómo soltamos el peso del sacro sobre el soporte ejerciendo una leve presión sobre su superficie, y luego relajamos en la zona de manera que se reduzca la sensación de peso sobre el ladrillo. Repetir varias veces. Si resulta complicado comprender la noción de peso, se puede colocar una mano sobre el pubis.
Ejercicio 2:
Tumbados en el suelo, con las piernas flexionadas y los pies separados la anchura de las caderas, explorar estos dos movimientos de la pelvis:
- Realizar una retroversión pélvica (crestas ilíacas hacia atrás y pubis hacia delante), de modo que la zona lumbar quede completamente adherida al suelo. Mantener así unos momentos y percibir el estiramiento de los ligamentos de la zona lumbo-sacra y de la columna lumbar. En esta posición el sacro queda libre de compresión al igual que las vértebras de la zona lumbar.
- A continuación realizar una ligera anteversión pélvica (crestas ilíacas hacia delante y hueso púbico hacia atrás). Percibir cómo se incrementa en esta posición la presión de los discos intervertebrales.
Repetir varias veces. Para familiarizarse con el movimiento de retroversión/ anteversión, se pueden colocar las manos sobre las crestas ilíacas.
Ejercicio 3:
A partir de la posición anterior, situar la atención en el sacro y moverlo trazando un cuadrado, presionando primero sobre el isquión derecho (parte posterior del glúteo derecho), luego presionando el suelo desde la parte supero-posterior de la cadera derecha, realizar la misma presión desde la cadera izquierda, y por último ejercer presión desde el isquión izquierdo (parte posterior del glúteo izquierdo). Repetir varias veces. Después cambiar el sentido del cuadrado.
El cuerpo así vivenciado, se convierte en una invitación a la exploración consciente de nuestro yo profundo, de nuestro inconsciente. Los ejercicios nos abren a la sensibilidad y a la intuición, y cuando el proceso podemos llevarlo a cabo con presencia y escucha, se convierte en un verdadero medio para el autoconocimiento.
Noelia Román Barrero.