Te colocas de pie, con el cuerpo relajado, vacío de intención y de emoción. Puedes prepararte para estar centrado realizando antes algunas respiraciones, una visualización o cualquier práctica que te ayude a permanecer presente. Mantente a la escucha de tu cuerpo, y solamente lo mueves cuando algo te “empuje”. Los movimientos deben ser muy lentos y centrados, como si se tratara de una meditación.
Con los ojos abiertos, frente a ti, está la pandemia. Te dejas tomar completamente por la energía, sin emoción. Puedes observar si la miras directamente o si evitas reconocerla. Puedes permanecer atento a tus sensaciones corporales y a lo que la pandemia evoca en ti. Observa cuáles son tus necesidades y cómo te sientes.
Luego dejas transcurrir unos segundos y te colocas en el lugar de la pandemia. Nuevamente te dejas tomar por Algo Mayor, vacío de propósito, y permaneces atento a las sensaciones.
Puedes ir alternando los roles dejando unos segundos de transición para tomar conciencia de si finalmente se produce un encuentro entre ambas partes, si se miran, si surge un acercamiento, etc. En definitiva, qué sensación final tienen ambas.
En algún momento de la representación de ti mismo, habrás podido inclinarte profundamente ante la pandemia (como en una postración) como muestra de reconocimiento y honra por todo lo que nos ha traído en forma de crecimiento y evolución, incluso aunque no lo entendamos.
Deja transcurrir unas horas y antes de acostarte, sobre un papel escribe una lista de al menos 10 regalos que te ha traído la pandemia y todo lo vivido en este último año.
Ejemplo:
Gracias a la pandemia, he podido disfrutar más del tiempo en familia…
Gracias a la pandemia, …
Continúa y quizá puedas comprobar que el listado es de más de 10 cosas.